La parrilla es el corazón de un steak house. Para lograr el asado perfecto, es necesario entender cómo interactúan el calor, la grasa y la carne. La temperatura es fundamental: un fuego demasiado alto puede quemar el exterior mientras el interior queda crudo; demasiado bajo puede resecar el corte. Los maestros parrilleros utilizan técnicas como sellado rápido, cocción indirecta y reposo posterior para asegurar que cada corte alcance su punto óptimo. Además, la elección de la leña o carbón influye en el sabor final, aportando matices ahumados únicos. El tiempo de reposo, incluso después de retirar la carne del fuego, permite que los jugos se redistribuyan, aumentando la jugosidad y sabor. Un steak house de calidad también presta atención a los condimentos: sal gruesa, pimienta y hierbas estratégicamente aplicadas pueden transformar un corte común en una experiencia gourmet. Finalmente, la presentación sobre la parrilla, los acompañamientos y la atmósfera del lugar completan la experiencia, haciendo que cada visita sea memorable.
